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Historia de las monedas

Antes de que naciera la moneda, ya hacía más de mil años que los metales preciosos se empleaban como medio monetario en el Próximo Oriente. En Mesopotamia se utilizaba la plata. Así, por ejemplo, el rey Shinkashid, que gobernó Uruk en el siglo XIX a.C., nos ha dejado la primera lista de precios conocida, donde aparece la cantidad de mercancía que se puede obtener con un shekel, cierta cantidad de plata. Y en los códigos legales mesopotámicos, como el de Hammurabi, aparecen las multas que deben satisfacer quienes cometan un delito, expresadas también en shekels.

Las sociedades primitivas comenzaron a intercambiar bienes hace miles de años. Ante la ausencia de productos que estableciesen un valor fijo se produjeron las primeras formas de trueque: los pueblos traspasaban sus excedentes para que todos obtuvieran un beneficio. Con el paso de los años comenzaron a permutar consumibles con otros productos como piedras, cuentas o huesos, que pueden considerarse como las primeras formas que tuvo el dinero

¿Cuándo se inventaron las monedas?

Monedas de origen romano, con varios siglos de antigüedad.  Fuente: Wikimedia Commons

No fue hasta el siglo VII antes de Cristo cuando se inventaron las primeras monedas. Estas fueron creadas por los griegos en la actual Turquía. Estaban fabricadas a partir de electro, una aleación de oro y plata, y acuñadas a martillo con su peso y la marca de la autoridad emisora.

Monedas de origen romano, con varios siglos de antigüedad.

Fuente: Wikimedia Commons

Pocos años después, casi de forma simultánea, surgieron también las primeras monedas en China e India, pero estas tenían formas muy variopintas, como lingotes, delfines o alabardas. Por el contrario, en Grecia sí tenían formas circulares, similares a las monedas que tenemos en la actualidad. Los materiales más utilizados eran el oro, la plata y el bronce y, en función del peso y el metal, tenían diferente valor.

Las primeras monedas acuñadas con carácter oficial fueron hechas en Lidia, (hoy Turquía), un pueblo de Asia Menor, aproximadamente entre los años 680 y 560 a. C. Fue probablemente durante el reinado de Ardis de Lidia cuando los lidios empezaron a acuñar moneda, aunque algunos numismáticos han propuesto fechas anteriores o posteriores, como el reinado de Giges de Lidia o el de Creso «El Opulento». Estas acuñaciones llevan como símbolo heráldico un león representando a la Dinastía Mermnada a la cual pertenecían los reyes. La pieza fue acuñada en electrum (aleación natural de oro y plata) y con un peso de 4,75 gramos y un valor de un tercio de estátera.

Historia numismática de España

Las primeras emisiones monetarias salidas de cecas hispanas fueron las de las colonias griegas de Emporion (Ampurias) y Rode (Rosas), desde el siglo v a. C., y de las colonias fenicias de Ebusus (Ibiza) y Gadir (Cádiz), desde finales del siglo iv a. C.

Los pueblos de la zona ibera comenzaron a acuñar moneda con la conquista romana y las primeras conocidas son las de Iltirta (Lérida) y Arse (Sagunto), de finales del siglo iii a. C., utilizando la metrología de la dracma griega antigua y sus fracciones. Los romanos no pretendieron inicialmente imponer su sistema monetario ni el latín (se utilizaron hasta seis alfabetos distintos, incluyendo las distintas variantes de alfabetos iberos), siendo muy diversos los motivos iconográficos, aunque fue muy extendido el del «jinete ibero» y la cabeza de Hércules. El número de cecas que llegaron a funcionar fue muy alto, unas 200 en el periodo republicano (350 si se suman todas las de la Antigüedad y Tardoantigüedad), y las tipologías muy variadas, así como los metales (oro, plata, cobre, plomo y aleaciones); incluso hubo moneda de tipología ibérica acuñada en cecas de las Galias, y en una localidad siciliana (Morgantina) con presencia de mercenarios iberos (Mericus). Significativamente, no hubo ninguna emisión monetaria en todo el cuadrante noroccidental de la península (zona céltica) durante toda la Edad Antigua, hasta la caída del Imperio romano y el establecimiento de los reinos germánicos (suevos y visigodos, siglo v y vi), a pesar de contar con ciudades de no poca importancia, mientras que entre los cientos de localidades del centro, este y sur peninsular con ceca había algunas del tamaño de aldeas. Las primeras acuñaciones de moneda romana en Hispania salieron de cecas militares móviles para las necesidades del ejército, particularmente durante las guerras civiles. Al término de las guerras sertorianas, 72 a. C., se unificó el modelo monetario, con inscripciones en latín e iconografía romana; los talleres iberos desaparecieron prácticamente o se reconvirtieron en cecas provinciales romanas. La reforma monetaria de Augusto trajo consigo el cierre de algunas cecas y la apertura de otros; y en el año 39-40 d. C., bajo Calígula, se cerraron todas las cecas hispanas. En el resto del periodo romano ya no hubo más emisión de moneda en Hispania, salvo contadas excepciones: una en Ebusus (del emperador Claudio), tres en Tarraco (Galba, Vitelio y Vespasiano) y una en Barcino (del usurpador Máximo).​

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